martes, 17 de julio de 2012

El departamento de X+I


Empezamos a tener la archipresente palabra crisis adentrada en todo nuestro ser y sus circunstancias de una manera apabullante, abrumadora, yo diría incluso, asfixiante. Forma parte ya de una manera absurdamente natural de nuestras conversaciones, de nuestros actos, de nuestros pensamientos, incluso de nuestras excusas, que es peor.
Uno de los aspectos en que la denostada crisis ha hecho hincapié ha sido en los profesionales de alta experiencia, en aquellos que acumulan carreras de más de treinta años a sus espaldas, provenientes de casi todos los sectores aunque fundamentalmente con orígenes en los servicios. Profesionales que desde los alrededores de la cincuentena han visto cómo sus cimientos (nada que ver en la mayoría de los casos con los famosos cimientos endebles y quebradizos de la burbuja del ladrillo) se han resquebrajado, se han venido abajo, han mostrado una cara que no vislumbraban en todos aquellos años de la denominada bonanza económica (si es que lo era).
¿Y ahora qué? Esta interrogación es la tan temida pregunta que cualquiera de estos profesionales perplejos y desconcertados por una perspectiva poco o nada evaluada, ni siquiera prevista, casi ni se atreven a hacerse a sí mismos y mucho menos a los de su entorno más cercano.
El abuelo tiene un plan
Pues ahora toca no abandonar, toca pensar, toca actuar, toca alimentar pequeñas esperanzas por alejadas que parezcan de las propias capacidades. Ya sabemos (mira que se está repitiendo la consabida definición) que crisis es cambio, transformación, metamorfosis. Pero crisis es etimológicamente (en griego) separar, decidir, reequilibrar. Además, existe idéntica raíz en palabras como: criterio (discernimiento, juicio, norma para conocer la verdad), crítica (separar lo bueno de lo malo), criba (selección rigurosa), crispar (causar contracción repentina y pasajera).
Es decir, toca decidir, toca aportar, toca enjuiciar, toca reequilibrar. Lo que en verdad debería tocar es proclamar cuan de interesante es aunar el pasado con el futuro, el bagaje de tantas vicisitudes con las fuerzas de mejorar y perfeccionar, tanta acumulación de información de tantos años con tantas posibilidades de utilizarla en las nuevas mecánicas; en definitiva, aunar, combinar, armonizar, acoplar la experiencia (X) con la innovación (I) en una nueva fórmula que permita a las empresas, a la política, a la sociedad y, por tanto, a las personas, extraer lo bueno de la madurez con lo mejor de la juventud. Todo el mundo es necesario si se conjugan adecuadamente por un bien común los diferentes elementos de una valiosa mezcla.
Ahora que las edades profesionales van a tender a alargarse (por los diferentes factores que todos sabemos) los nuevos departamentos de X+I se harán imprescindibles para cualquier organización responsable, emprendedora, audaz, solvente, donde se busquen con ingenio las nuevas fórmulas en que la experiencia trabaje al servicio de una compañía sin que suponga para esta ningún hándicap y se integre con la juventud con el fin de que juntos aporten la innovación necesaria para que el conjunto gane enteros a todos los niveles.



Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB

Foto cortesía  Dreamstime


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