martes, 22 de marzo de 2011

Al tran, tran...

Emprender es iniciar o acometer algo que queremos hacer llegar a un buen fin. El espíritu emprendedor habitualmente es un espíritu (a veces un alma en pena) que cree tener claro el comienzo de una aventura y sueña con un desenlace a medio camino entre muy satisfactorio y altamente satisfactorio.
La verdad es que todo el complejo entramado que uno debe montar en su cabeza suele tener más tintes de ciencia-ficción y de adivinación que de precisa realidad. Los gurús no existen: existen los que creen que existen los gurús. Y estos son los que ocasionan que los irreales gurús den rienda suelta a su inefable: “Así será el futuro…”. Lo malo es que ante hechos consumados rápidamente interpretan su verdad y nos espeten: “Ya os lo dije…”.
Pisando con tiento
Ciertamente el futuro no es patrimonio de ningún adivinador. Y es por ello que cualquier actividad a emprender que en el plazo establecido incumpla mínimamente los objetivos deseados, tendrá con toda lógica consecuencias negativas en la realidad personal de cada uno. El temor al fracaso es lo que suele condicionar la forma de llevar a cabo una acción emprendedora. Y por tanto condiciona el nivel de confianza que hemos de tener para abordar tareas de elevada envergadura.
Pero también es cierto que desde que nacemos estamos constantemente emprendiendo, sin fijarnos demasiado en lo que el futuro nos va a deparar o fijándonos lo justo (mientras tenemos el respaldo de nuestros padres). Emprendemos cuando hemos de elegir nuestra materia de conocimiento (nuestra carrera), cuando hemos de compartir felicidad, hogar, hijos con quien no sabemos su comportamiento futuro, cuando hacemos nuestra selección de empresas para ejercitar nuestra labor profesional, cuando buscamos el lugar idóneo para residir. En todos estos casos, con mayor o menor relevancia, los planteamientos a la hora de tomar la decisión de ponerse en marcha son similares: ¿me equivocaré? ¿saldrá todo como pienso? ¿se cumplirán mis deseos personales? ¿me facilitarán los demás que se cumplan?
Con todos esos trascendentes interrogantes, esas corrosivas dudas, esos inevitables miedos hemos no obstante de seguir adelante y tomar decisiones vitales. La clave de la confianza está gestionar muy bien los riesgos y acometer las acciones con la cautela necesaria, estando en una constante toma de decisiones en función de cómo las circunstancias se van desarrollando, adaptando continuamente los objetivos de forma parcial, buscando los caminos más accesibles, teniendo la ambición justa para no caer al abismo.
Así pues, baraja las cartas, reparte, obsérvalas, inicia el juego y, como en el mus, vamos al tran-tran.


Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB





Foto cortesía de Freeimages

domingo, 13 de marzo de 2011

Corresponsabilidad: la gran olvidada

Agobiado por las cifras del paro; apurado desde Berlín por Ángela Merkel y desde Bruselas por la Unión Europea para que haga más y más recortes en pensiones y salarios (el Pacto del Euro del viernes 11 de marzo es otro ejemplo), y con las elecciones municipales y autonómicas en mayo y las generales en el horizonte, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no sólo se ve obligado a llevar una política ‘contra natura’ de su ideario, sino que no parece encontrar tiempo para aprovechar los pocos resquicios que la crisis le va dejando para concertar el progreso económico con el social, como sería impulsar el Consejo Estatal de Responsabilidad Social de las Empresas (Cerse), que creó hace tres años.
El 15 de febrero de 2008, el Consejo de Ministros aprobó el Consejo Estatal de RSE (Cerse). Fue una de las últimas “grandes medidas” de Jesús Caldera como ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, que dejó la cartera dos meses más tarde. Pero la actividad de este organismo no está siendo “frenética”, precisamente. El Cerse tardó más de un año en formar cinco grupos de trabajo, los cuales se han reunido una única vez, entre junio y julio de 2009, con el exclusivo fin de constituirse. No hay ni un solo informe emitido, ni ninguna otra actividad de la que pueda dar cuenta en su página web oficial desde noviembre de dicho año 2009.
Así las cosas, algunas comunidades autónomas se han decidido a actuar por su cuenta. Como la Asamblea de Extremadura, que aprobó la tramitación de un Proyecto de Ley de Responsabilidad Social Empresarial en septiembre de 2010, mientras que seis meses después toda la actividad parlamentaria en el Congreso de los Diputados sobre el tema se ciñe a una pregunta al Gobierno para que explique si tiene previsto presentar un anteproyecto de Ley alguna vez. La ha formulado la diputada valenciana Macarena Montesinos de Miguel, del PP, meses después de que su compañero Javier Arenas haya defendido la creación de una Secretaría de Estado de Responsabilidad Social, para elevar el rango administrativo de lo que ahora es sólo una dirección general del Ministerio de Trabajo.
Entre tanto, en el ámbito privado la editorial MediaResponsable ya lleva seis años publicando el Anuario “Corresponsables”. El de 2011 se presenta este lunes 14 de marzo en Madrid, en el Centro de Convenciones Mapfre, a propósito de su XX Jornada “Corresponsables”, que analiza la Responsabilidad Social desde la perspectiva de la creación de valor para los grupos de interés. En el acto se entregarán los diplomas acreditativos a los firmantes institucionales del Manifiesto por la Corresponsabilidad, impulsado por la Fundación Corresponsables y al que pueden adherirse todo tipo de organizaciones y personas.
A lo largo de sus más de 300 páginas, el Anuario “Corresponsables” 2011 (que también se presentará en Barcelona el 29 de marzo, en el Espacio Francesca Bonnemaison) ofrece un balance de la evolución de la Responsabilidad Social desde el punto de vista de las empresas y sus grupos de interés (sociedad civil, administraciones públicas, mundo académico y medios de comunicación). Además, recoge diversas tribunas de organizaciones nacionales e internacionales y una cronología de las noticias de actualidad más importantes del año, así como más de 90 casos prácticos y buenas prácticas de empresas, pymes, Tercer Sector, administraciones públicas, mundo académico y medios de comunicación, entre otros aspectos.
Habrá también una mesa coloquio titulada “Empresas Socialmente Responsables”, en la que se expondrán los casos de BBVA, Endesa y Telefónica, moderada por MAPFRE, y otra sobre los grupos de interés, que contará con la participación del Ministerio de Trabajo e Inmigración, AENA, el Observatorio de RSC y la Fundación Seres.
Está previsto que acudan el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, y el director general de la Economía Social, del Trabajo Autónomo y de la RSE del Ministerio de Trabajo e Inmigración, Juan José Barrera. Quizás sea buena ocasión para preguntarles por el tema.




Carlos Matías
Socio consultor de Comunicación de InnoSIB






miércoles, 2 de marzo de 2011

Comunicando en tiempos de crisis

El periodista Benito Castro (San Roque, Cádiz, 1961), responsable de Contenidos de la Web Corporativa y de Comunicación Interna de Radio Televisión de Andalucía (RTVA) y director de las Jornadas de Comunicación Corporativa en el Instituto El Monte, de la Caja de Ahorros de El Monte de Sevilla, es autor de “El auge de la Comunicación Corporativa”, uno de los primeros libros que, bajo licencia Creative Commons, analiza la necesidad y rentabilidad de las tareas de Comunicación en las empresas. Señala Castro la dificultad para calcular los costes de la Comunicación, algo que cobra especial relevancia en estos tiempos de crisis y cuyo replanteamiento es una de nuestras estrategias.

Comunicación en aumento
Benito Castro dice: “El lenguaje más extendido en el mundo de la empresa es el numérico. Para saber si se gana o se pierde hay que hacer algunas cuentas y las decisiones se toman sobre la base de ciertos cálculos inevitables. No merece la pena dar muchas vueltas al respecto. Cualquiera de los departamentos habituales en la actividad empresarial tiene una vertiente cuantificable de mayor o menor profundidad. Por ejemplo, la actividad comercial centra sus planes, entre otros cálculos, en el margen de contribución que obtiene por cada venta, lo que podríamos considerar más o menos como el ingreso neto por cada unidad de producto vendido (…) En el caso de la Comunicación Corporativa, lo más que alcanzo a ver es la opción de calcular qué valor monetario tiene el número de artículos cuya publicación hemos promovido, usando como medida las tarifas publicitarias de los medios que se consideren oportunas. Aunque este ‘modus operandi’ puede sernos útil en un determinado momento, no es nada riguroso (…) No es extraño que, en ocasiones, usemos también algún que otro informe basado en encuestas útiles para avalar una determinada argumentación que carga de razones la puesta en marcha o la valoración final de un plan de comunicación. Pero esta práctica puede llegar a ser solo orientativa (…) Por lo que sabemos, nadie puede demostrar, con datos precisos, si por organizar un acto de relaciones públicas, o por poner en marcha una revista interna, nuestra compañía va a ganar más o menos dinero (…) Y es que, a efectos contables, cualquier empresa que cuente con una Dirección de Comunicación Corporativa, su movimiento económico no supone más que un apunte contable en el gasto y casi nunca en el capítulo de la inversión amortizable, o en el apartado de los ingresos” (Págs. 99 y 100).

La Comunicación Corporativa no debe de limitarse a ser una acción puntual de respuesta a una determinada situación difícil. Para eso está la llamada “Comunicación de Crisis”. La Comunicación Corporativa ha de ser una parte esencial del Plan Estratégico de cada empresa y, como tal, no debe ser nunca contemplada como “un gasto”, sino como una inversión cuyos resultados (tangibles o no) habrán de verse a medio y largo plazo.

“Quien no comunica, no existe”, coinciden en señalar multitud de especialistas. Sin embargo, esta consideración de “gasto” hace que los responsables de las corporaciones de pequeño y mediano tamaño se lo piensen dos veces antes de aprobar un Plan de Comunicación, influidos por la idea de que se trata de un lujo que sólo pueden permitirse las grandes organizaciones con tesorerías saneadas. Craso error, pues la Comunicación eficaz es tan ágil que puede adaptarse a cualquier circunstancia.

Califico de “eficaz” y “ágil” a la Comunicación porque, tal y como yo la concibo, “comunicar” no tiene por qué ser sinónimo de “despilfarrar”, ni de “publicitar”, o llevar a cabo acciones de puro marketing. No tiene por qué suponer la aceptación de un presupuesto elevado o, al menos, no tiene por qué ser siempre n-e-c-e-s-a-r-i-a-m-e-n-t-e así. Y más en los tiempos de crisis.


Carlos Matías
Socio consultor de Comunicación de InnoSIB


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