martes, 1 de julio de 2014

Donde estés, a la hora que estés

Donde estés, a la hora que estés. ¿Lo recuerdan? Eslogan publicitario de la compañía Martini. En su momento (finales del siglo pasado, primeros escarceos del uso de los aparatos móviles para algo más que hablar por teléfono), los que empezábamos a realizar desarrollos de aplicaciones de movilidad adoptamos tal consigna para definir su característica esencial. El efecto Martini lo denominábamos en nuestras presentaciones. Aún andábamos lejos (muy lejos, diría yo) de vislumbrar las capacidades que, tanto en programación como en interconexión, se alcanzarían una década más tarde.
En aquellos inicios, nos adentrábamos en usos como: revisar los saldos de nuestras cuentas del banco, reservar viajes, comprar entradas de cine, consultar la bolsa. En dispositivos de pantallas feas y poco resolutivas, eso sí. Recuerdo un video publicitario de Ericksson de finales de los noventa en la que un niño de unos diez años y su padre, supuestamente en una época muy posterior a la de entonces (video de técnica-ficción), comentaban temas sobre los móviles. Y el niño, sumamente extrañado,  preguntaba al padre:
—¿Y entonces, al principio, los móviles sólo servían para hablar?
—Sí, así es, hijo.
—Pero, ¿la gente tenía que ir al médico en persona, en vez de utilizar el móvil?
—Pues sí, hijo.
—Y, ¿compraban las cosas en las tiendas y no mediante el móvil?
—En efecto.
—Y, tú, papá, ¿tenías que ir todos los días a una oficina y no como ahora que en cualquier sitio puedes reunirte, mandar información, tener entrevistas, ver el correo y todo eso que me has contado que haces y que yo no entiendo muy bien?
—Lo has explicado muy bien, hijo.
—Papá, yo creo que no podría vivir en un mundo como el de esa época.
El futuro en las manos
Este diálogo, futurista entonces, poco a poco en la segunda década del siglo XXI empieza a hacerse realidad. El dispositivo móvil, pequeños ordenadores de uso individual que forman parte de nuestro ajuar personal, ha de necesariamente continuar progresando hasta ser nuestro punto de comunicación a cualquier nivel con el resto del mundo. Porque nos da libertad (cualquier lugar, cualquier momento), nos da utilidad (nos evita en gran medida la presencia física), nos da personalidad (lo adecuamos a nuestros intereses, nuestras necesidades, nuestros gustos), nos da privacidad (nos identifica cuando queremos y con quien queremos) y, cada vez más, nos da seguridad y confiabilidad.
El dispositivo móvil personal integrará toda nuestra capacidad de unirnos al mundo en red: será nuestro centro neurálgico de comunicación, información y servicios. Ninguna empresa o institución se verá libre próximamente de no atender sus servicios a través de la movilidad. Será un imperativo.

Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB




Foto cortesía de Freeimages



Safe Creative #1207232010794
Licencia de Creative Commons
Las ideas de InnoSIB by InnoSIB is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported License