viernes, 28 de enero de 2011

Enseñando a pescar


Previamente, en este mismo blog, comentaba sobre la apuesta por incorporar a las empresas de menor tamaño al mundo de la consultoría, adaptada desde luego en la medida justa y necesaria. Indicábamos igualmente que uno de pilares esenciales en los que estas empresas han de sustentar sus puntos de mejora e innovación consiste en posibilitar la adecuación tecnológica; pero haciendo hincapié en la adecuación de aquella tecnología que provea claros réditos y beneficios en su negocio específico.
El problema de muchas de estas empresas es que, o bien carecen de una estructura orgánica con la precisa competencia o sabiduría para adentrarse en tales retos tecnológicos, o bien, aún disponiendo de recursos internos con capacidad suficiente, les falta iniciativa, proactividad o tesón para poner en marcha proyectos que la mayoría de las veces son mucho más simples de lo que la dirección de la empresa supone.
Porque hay que decir en este punto, que la consultoría de alto standing, de altos vuelos, aquella que se presume dirigida solamente para grandes corporaciones no es obviamente la que necesitan empresas de una posición más específica, de una dimensión más acotada. Lo que estas compañías necesitan es una mano experta y nítida que las oriente en cómo poner la tecnología al servicio estricto de su negocio, de sus objetivos particulares (y muchas veces peculiares), de sus requerimientos rigurosos.
Y esta mano ha de ser capaz no sólo de poner en marcha esas adaptaciones de la técnica moderna en sus procesos, sino que ha de ser capaz y ha de comprometerse a orientar el camino a seguir, a impulsar a sus recursos internos a ser activos, a ayudar a perder los miedos por lo novedoso, a evitar, en definitiva, la dependencia externa.
Soledad en el mar tecnológico
La consultoría promovida en el ámbito de sociedades pequeñas, menos pequeñas y medianas no debe servir para generar desarrollos e implantaciones que creen dependencias de proveedores. No hay que diseñar, plantear e instalar la tecnología exclusivamente, sino que hay que facilitar la autogestión porque lo que suelen necesitar estas compañías son planteamientos normalmente muy sencillos (más de lo que ellas mismas suponen, como he dicho al principio). No hay que ofrecerles una abundante y fructífera pesca, sino que hay que enseñarles a  pescar, y el futuro será más controlable.


Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB





Foto cortesía de Freephotos

jueves, 20 de enero de 2011

Dato, Información y Conocimiento

Veintiuno. Si digo veintiuno sin añadir nada más, desde luego no estoy trasmitiendo ninguna información. Evidentemente Veintiuno es algo y puede tener muchos significados dependiendo del contexto en el que nos situemos. Nuestro Veintiuno es un dato aislado al que como mucho podemos aplicar una serie de tratamientos para garantizar que sea lo más exacto posible ya que no nos interesan ni los beintiunos ni, tal vez, los veintidós.

Un dato por tanto es una unidad elemental que por sí misma no aporta ninguna información y que necesita una contextualización e integración con otros datos elementales (ya sean de su misma o diferente naturaleza) para aportar algún tipo de información.

Si por el contrario digo: varón, 21 años, 178 cm, 82 Kg, raza blanca hemos agregado una serie de datos individuales de naturalezas diversas consolidar datos identificativos de un individuo. Hemos generado cierta información al agregar los datos pero aún es muy escasa. Faltan datos que son fundamentales para la colección (tal vez datos como José Fernando, Extremo, Izquierdo, 543212345X) y sobre todo un contexto valido que nos permita tanto verificar la bondad de los datos como dar sentido y valor a estos.


¿Información o conocimiento?
Por ejemplo nuestra colección de datos, vamos a llamarla registro, compuesta por (José Fernando, Extremo, Izquierdo, 543212345X, varón, 21 años, 178 cm, 82 Kg, raza blanca) no es lo mismo ni tiene el mismo valor si el contexto en el que la situamos es en el de Censo de quintos del 87 que si el contexto es Internas del geriátrico Almas Blancas. De hecho este segundo contexto en si mismo nos confirma ya que algunos datos son erróneos con seguridad (José Fernando, varón, 21 años) y otros incluso dudosos. Ahora con la agregación de datos y el contexto operativo tenemos información, algo de información. Si recopilamos la información de muchos (o todos) los reclutas (o internas) dispondremos cada vez de más información, pero solo eso información.

El conocimiento no lo obtendremos por medio de la recopilación, para obtener conocimiento debemos analizar, diseccionar, mirar con ojo crítico la información disponible. Entonces tendremos capacidad para actuar en base a la información disponible.

Por tanto debemos cuidar los datos para garantizar su corrección y exactitud y debemos proteger la información como fuente del conocimiento necesario para el desarrollo de la actividad de nuestra organización. Cuanto más valor aporte una información al conocimiento estratégico más medios deben ponerse para garantizar su seguridad.

Existe un grado más; desde el conocimiento algunos alcanzan la sabiduría, pero esta ya es otra historia...







Fotografía por cortesía de PD Photo.org

miércoles, 12 de enero de 2011

Ni mucho, ni poco: lo justo

Cuando alguno de los componentes de InnoSIB, acogidos en el seno de importantes consultoras y multinacionales del sector tecnológico, formalizábamos ofertas y propuestas de colaboración siempre teníamos fijada en el fondo de nuestra mente una directriz: somos grandes y, por tanto, nuestros ofrecimientos han de ser de igual o mayor calado, si cabe. Y nuestra sabiduría, nuestra capacidad, nuestro profundo (a veces, demasiado profundo) conocimiento de las diferentes artes y técnicas del desarrollo de las empresas, necesariamente había de ser dirigido, desde luego, a grandes corporaciones que supieran apreciar nuestro valor (y lo pudieran pagar).
Cumbres a medida
Sólo los grandes clientes podían acometer los proyectos de la importancia y la trascendencia que se les planteaban, lógicamente. Sin olvidar que ellos mismos en clara reciprocidad así lo esperaban y lo demandaban.
De este modo, las consultorías, los diseños de sistemas, los asesoramientos y diagnósticos de las organizaciones y los planes estratégicos tecnológicos y no tecnológicos han acabado por ser patrimonio (en apariencia) de las compañías que superan un cierto nivel de tamaño (grande), que exponen un importante nivel de necesidades (normalmente menores que las planteadas en las ofertas) y, sobre todo, que manejan un elevado nivel de presupuesto. Muy apetecible (y necesario, claro está) para las grandes consultoras y multinacionales de servicios empresariales.
Pero como el presunto pastel presupuestario a repartir por esas grandes sociedades —referencia en sus sectores y con gran renombre— es cuantioso, los pequeños proveedores (consultoras desgajadas de las grandes, aventuras de algunos y otras iniciativas similares) también quieren participar de la tarta y tratan de arañar las migajas que los grandes dejan caer.
Sin embargo, hay miles —según algunos, millones— de empresas denominadas pequeñas, medianas y hasta microempresas que realmente necesitan aplicar en sus negocios muchos de aquellos conocimientos, experiencias y valores que ofrecíamos a las grandes. Eso sí: en su justa medida. Proyectos de adaptación tecnológica, de estudios de organización y estrategia, de seguridad de su información, de calidad en sus procesos, de comunicación e imagen, de innovación incluso, pueden y deben ser amoldados a la medida de una empresa de cualquier tamaño y estructura.
Si somos capaces (y en ello creemos los que hemos bregado durante casi tres décadas en grandes firmas consultoras) de proponer ese conocimiento y saber a la medida de cada compañía, estas empresas no grandes dejarán por fin de pensar que muchos de esos proyectos no son para ellas. La clave está en definir correctamente la necesidad y la demanda en alcance, en objetivos y en coste acorde con la estructura de la empresa. No ha de ser ni mucho ni poco, simplemente lo preciso, lo justo.

Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB



Foto cortesía de PDPhoto


viernes, 7 de enero de 2011

Entrevista a InnoSIB


Un breve inciso en las Ideas de InnoSIB para comentar que fui invitado a participar de la iniciativa Irenedospuntocero que, en modo de blog, puso en marcha el pasado Diciembre Irene Muñoz, con el fin de fomentar el networking entre profesionales, empresas y nuevas ideas.
Ha sido una agradable forma de abrir una pequeña ventana -a través de curiosas y acertadas preguntas, del presente, del pasado y del futuro- para los que queremos dar a conocer y expandir nuestra particular iniciativa empresarial.



Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB



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