jueves, 17 de octubre de 2013

El arte de comunicar

Si lo que estoy escribiendo ahora mismo fuera el final de este artículo, la comunicación sería pura entelequia, una ficción, una irrealidad. Así que no quiero que esta sea la última frase. Y no lo deseo simplemente porque debo comunicar algo.
Las personas somos unos artilugios complejos, extraños a veces, y misteriosos más de lo debido. Desarrollamos ingenios, se nos ocurren ideas y pensamientos interesantes y fabricamos esperanzas y futuros. Pero la mayoría de las veces, bien por ignorancia, bien por timidez, o incluso por un temor exagerado a que se apropien de nuestras esencias, nos lleva a no compartir nuestras iniciativas y nuestras opiniones de una manera fluida e inteligente.
En la vida personal la propensión a no hacer partícipes a los demás de nuestros logros deriva en cierto aislamiento social o en relaciones deficitarias. Nuestra personalidad en mayor o menor medida se ve resentida por ello. Pero en fin, con un psicólogo eficiente o, mejor, con un buen puñado de amigos afines podemos ir sobreviviendo sin excesivas elucubraciones.
Pero en el ámbito de una empresa, de una organización que necesita como agua de mayo la contrapartida de los clientes para que el negocio alcance esos objetivos que a nivel personal nos hacen sonreír abiertamente, la incomunicación es una auténtica contradicción.
No hacer llegar a los potenciales y deseados clientes nuestra filosofía (porque la creemos buena), nuestros procedimientos (porque sabemos que funcionan), nuestros logros (porque son la base de la experiencia), nuestras ideas de futuro (porque queremos permanecer en la cresta de la ola) y, obviamente, nuestros productos (el quid de la relación proveedor-cliente) es imponerse más obstáculos de los necesarios.
El eco de los mensajes
Un buen plan de comunicación en la empresa, tanto hacia su interior como hacia el exterior, ha de formar parte de su plan estratégico sin ningún atisbo de duda. Y hay muchos caminos y muchas formas de comunicar y de difundir el valor de la compañía. Por eso, comunicar es un arte que requiere la mejor composición de mimbres e ingredientes para que los mensajes alcancen sus destinos.

Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB





Foto cortesía de Imagebase



martes, 17 de septiembre de 2013

Hacia el cambio y más allá

Mi abuelo decía que cuando algo funciona lo mejor es mantenerlo tal y como está. Mi abuelo tenía razón en muchas cosas (bueno, yo siempre lo he creído así) y en esto por supuesto que también creo que estaba en lo cierto. No obstante, vistas las cosas desde una perspectiva profesional, empresarial, mercantil —o como queramos denominarla—, una máquina o un utensilio, un servicio o un proceso, decimos que funcionan cuando mantienen un grado suficiente de productividad, cuando nos da los rendimientos que le pedimos, cuando cumple sin mayores problemas con las expectativas creadas.
A pesar de ello, cuando analizamos con cierto detenimiento (y no siempre lo hacemos cuando las cosas funcionan presuntamente bien) la situación de la empresa respecto a nuestro mercado, nuestra competencia o simplemente, a veces, respecto a la economía general, podemos llegar a observar que siendo buenos los números, resulta que las tendencias no son favorables. Esto puede notarse porque se crece pero más despacio que otros; se mantiene una buena cartera de clientes muy fieles, pero apenas surge cartera nueva; se empieza a aparecer en las zonas medias de los rankings sectoriales cuando nuestra empresa siempre había estado con los de cabeza.
¿Qué está ocurriendo? ¿Se están haciendo mal las cosas? Mal aparentemente no, pero es evidente que tendremos que mejorar si se quiere asegurar el nivel deseado para la empresa, no sólo en el presente, si no donde verdaderamente nos ha de interesar: en el futuro.

Solo un foco: hacia adelante

En este punto es donde una palabra como innovación empieza a escucharse y en cierto modo, a cobrar sentido. Y el sentido que nos interesa dar al término no es el que con toda probabilidad primero nos viene a la cabeza: invento, descubrimiento, creación, revolución incluso. No, no es ese el sentido que debemos otorgar al concepto innovación.
La Real Academia de la Lengua Española (por el momento quien define oficialmente los usos y costumbres del lenguaje) determina para el vocablo “innovar” la acepción: “cambiar o alterar algo, introduciendo novedades”. Y yo añado: para mejorar y, más en concreto, para mejorar en aquellos aspectos que nos interese mejorar.
La invención busca hallar o descubrir algo nuevo. La innovación busca cambiar para mejorar. No tiene por qué ser nuevo. Es más: en la mayor parte de los casos la innovación consistirá en utilizar lo que ya está inventado, pero utilizarlo mejor de lo que se estaba usando hasta ese momento en que nos planteamos hacer algo porque hemos detectado problemas o dificultades.
Por otro lado, empezamos a tener la archipresente palabra crisis adentrada en todo nuestro ser y sus circunstancias de una manera apabullante, abrumadora, yo diría incluso, asfixiante. Forma parte ya de una manera absurdamente natural de nuestras conversaciones, de nuestros actos, de nuestros pensamientos, incluso de nuestras excusas, que es peor.
¿Y entonces qué? ¿Qué toca ahora?
Pues ahora toca no abandonar, toca pensar, toca actuar, toca alimentar pequeñas esperanzas por alejadas que parezcan de nuestras propias capacidades. Y, aunque asociemos en primera instancia crisis con desastre, ya sabemos que crisis es cambio, transformación, metamorfosis. Porque crisis es etimológicamente (en griego) separar, decidir, reequilibrar. Además, existe idéntica raíz en palabras como: criterio (discernimiento, juicio, norma para conocer la verdad), crítica (separar lo bueno de lo malo), criba (selección rigurosa), crispar (causar contracción repentina y pasajera). Es decir, toca decidir, toca aportar, toca enjuiciar, toca reequilibrar. Toca proclamar cuan de interesante es aunar el pasado con el futuro, mezclar el bagaje de tantas vicisitudes previas con las fuerzas y las ganas de mejorar y perfeccionar, tanta acumulación de información de tantos años con tantas posibilidades de utilizarla en las nuevas mecánicas; en definitiva, aunar, combinar, armonizar, acoplar la experiencia (X) con la innovación (I) en una nueva fórmula (X+I) que ha de permitir a las empresas, a la política, a la sociedad y, por tanto, a las personas, a juntar lo bueno que tenemos con lo mejor que podemos tener.
Decía H.G. Wells, ya saben el de La Guerra de los Mundos y La Máquina del Tiempo, que: “La crisis de hoy es el chiste de mañana”. Y esto se cumplirá porque la transformación y el cambio pasan por las personas, por su voluntad de mejorar, por su decisión, por su ilusión, por su pasión, por creer que cuanto se haga por ser más eficiente va a llegar a buen fin.
Y además, preparemos nuestro plan de acción, pongámoslo en marcha y, sobre todo, cuidemos de mantenerlo, de procurar su permanencia en el tiempo, y de entrenar nuestra vocación por la mejora continua.


Así pues, llevemos el término innovación al lugar que le corresponde en cualquier empresa (sea del tamaño y dimensión que sea). Al lugar del cambio, de la transformación y de la adaptación. Al lugar de la imaginación aplicada a la realidad, a la efectividad. Al lugar donde se utilicen con soltura palabras como modernizar, enriquecer, adecuar, reaccionar.
Mi abuelo tenía razón: si algo funciona consérvalo; pero si quieres que además mantenga el nivel: renuévalo, sin perder su esencia. Sólo el hecho de querer mejorar ya es innovación.


Ángel Luis Herrero y Jaime Renovell
Socios Consultores en InnoSIB
Expertos en Transformación y Planes de Mejora y Eficiencia


Próximas ponencias de InnoSIB Consultores sobre “El cambio para la mejora en los negocios”:

Miércoles, 25 de Septiembre, a las 12,30h, en Centro de Innovación La Vaguada, del Ayuntamiento de Madrid
http://www.lacatedralonline.es/centros-de-innovacion/centro-de-innovacion/21/eventos/11711



Martes, 2 de Octubre, a las 10,00h, en Cámara de Comercio de Toledo, Vivero de Empresas




jueves, 25 de julio de 2013

InnoSIB gestiona el lanzamiento de EntreLetrados.com

InnoSIB ha participado en el lanzamiento de la plataforma Entreletrados.com proporcionando el asesoramiento y la gestión de la puesta en marcha del proyecto.

La plataforma Entreletrados es una iniciativa pionera en el sector de la abogacía cuya finalidad se centra en ser un punto de encuentro entre abogados para intercambiar su conocimiento y su especialización. De este modo, abogados de distinta experiencia jurídica pueden llegar a un acuerdo de colaboración y, por tanto, de incrementar sus respectivos negocios, gracias a utilizar los servicios de EntreLetrados.

Ángel Luis Herrero, socio de InnoSIB, es entrevistado en TICPYMES.







Ángel Luis Herrero Moro, Socio Consultor de Estrategia y Organización de EntreLetrados.com
24 de julio 2013

"Los abogados deben intercambiar sus propias especialidades y con ello aunar esfuerzos y conseguir beneficios mutuos".

Hace unas semanas os presentábamos en TICPYMES la nueva herramienta de ámbito jurídico, pionera en España y una de las pocas existentes en el mundo, donde los profesionales de la abogacía pueden encontrarse para cooperar de forma mutua, intercambiando el conocimiento especializado y la experiencia de cada uno de ellos. Se trata de la web entreletrados.com.
Ángel Luis Herrero Moro, Socio Consultor de Estrategia y Organización de la plataforma, explica cómo se gestó el proyecto y los beneficios que aporta al sector.

1. ¿Cómo surge la idea de crear esta herramienta? ¿Quiénes son los patrocinadores? 
El embrión de la idea surge al observar con atención cómo los profesionales de cualquier índole buscan sin cesar conocimiento y resolución de sus problemas en las redes sociales. Gonzalo de Toro, abogado experimentado e inquieto, comprobó que en su sector, el jurídico, era difícil encontrar rápidamente y con garantía el conocimiento legal y especializado que un abogado puede necesitar para ofrecer un servicio óptimo y de calidad a su cliente. Se dio cuenta de que los abogados deberían poder intercambiar sus propias especialidades y con ello aunar esfuerzos y conseguir beneficios mutuos.
Pero para ello hacía falta una herramienta, en concreto, una base de datos ordenada y bien clasificada, que permitiera a los abogados exponer, por un lado, las especialidades donde son más fuertes y, por otro lado, buscar las especialidades que un abogado puede necesitar para no perder sus asuntos.
Uniendo la inquietud de Gonzalo a la experiencia de Ángel Luis Herrero, profesional senior de la consultoría tecnológica y de negocio, se dio forma al proyecto que nació hace unas semanas.

2. ¿Cómo funciona entreletrados.com? 
Como indicaba, EntreLetrados es una base de datos donde un abogado experimentado (ha de tener al menos 5 años de ejercicio) se integra seleccionando cuáles son sus especialidades, indicando el número de asuntos que ha llevado.
Cualquier usuario registrado puede realizar búsquedas con un nivel de detalle en la especialidad tan alto como quiera para encontrar dentro de la base aquellos abogados que dispongan de experiencia en los criterios seleccionados. Una vez elegido qué abogado puede ser el idóneo, la herramienta le proporciona los datos de contacto para que puedan por su cuenta llegar a acuerdos de colaboración entre ellos. La herramienta solo interviene en presentar la lista de abogados y facilitar los datos de contacto. Posteriormente, los usuarios nos indican el nivel de colaboración que ha habido y una valoración de la misma.

3. ¿Qué beneficios para los usuarios ofrece la web? 
El gran beneficio que EntreLetrados quiere poner encima de la mesa es el hacer más fácil la capacidad de generar más negocio para los abogados. El claro objetivo es facilitar a los abogados el incremento de su número de asuntos o que no pierda clientes por no tener cierta especialidad.
La forma de conseguirlo es vía la cooperación entre los letrados mediante el rápido intercambio de la experiencia y el conocimiento que cada uno de ellos necesite.
Mediante esta cooperación los abogados van a detectar nuevas oportunidades, se van a poder relacionar con abogados de elevado nivel y podrán dar a conocer aquellas materias de las que se siente verdaderos especialistas. La herramienta va a poner a su servicio los medios para que así sea.

4. ¿Cómo puede un abogado entrar a formar parte de vuestra red?
Muy simple. Un abogado (comprobamos que es un abogado en ejercicio) se da de alta, bien como usuario base (solo para consultar) o bien como usuario acreditado (introduciendo las áreas de actividad en las que quiere ofrecer su especialización y experiencia). Para garantizar que el contenido informativo de la base de datos es veraz, el equipo de EntreLetrados realiza oportunas verificaciones antes de dar por válido el alta del abogado.

5. ¿Qué valor añadido aporta entreletrados.com con respecto a otras redes de trabajo? 
Uno de los grandes valores que hay que destacar es que el nivel de detalle de las especialidades es muy profundo llegando a disponer de más de 500 epígrafes entre las áreas de actividad más comunes, por las que es posible buscar y encontrar a aquel gran especialista en una materia muy concreta. Este es un hecho auténticamente diferencial y de un alto valor estratégico para los profesionales que EntreLetrados les proporciona.
Gracias a este nivel de información y conocimiento contenido en la base, es posible dar apoyo a abogados jóvenes a los que, con toda lógica, les ha de costar conseguir asuntos y clientes al principio. Buscando en EntreLetrados pueden encontrar rápidamente a otro abogado con experiencia en asuntos que les llegan para que les presten ayuda y apoyo.



6. ¿Qué le hace diferente a entreletrados.com del resto de herramientas de su entorno?
Lo primero es que EntreLetrados es una herramienta para abogados, a su servicio, para que cooperen y colaboren de forma ágil y efectiva, con el único fin de mejorar su negocio.
No es un mero foro de intercambio de opiniones, sino una base de conocimiento y un impulsor de la colaboración.

7. ¿Qué previsión de usuarios tienen para final de 2013? ¿Qué evolución ha tenido hasta el momento?
En el mes y medio que lleva abierto el sitio Web, una vez que se realizó la fase beta para limar aspectos de usabilidad, se ha llegado ya a los 250 registros de usuarios, entre usuarios base (solo para consultar) y acreditados (integrados en la base).
Nuestros objetivos, cifrados en número de usuarios registrados, para los primeros 6 meses de existencia, más o menos para final de este año, se establecían en los 500 usuarios. Es obvio que si mantenemos el ritmo (y hay un plan de comunicación y de aumento progresivo de servicios para conseguirlo), los objetivos se van cumplir con solvencia.

8. ¿Puede ser la crisis una oportunidad para esta herramienta y para los usuarios de la misma? 
El sector de la abogacía en España no es ajeno a los avatares que la actual y prolongada crisis y actividad económica recesiva está provocando en los balances financieros de cualquier empresa (grande, mediana o pequeña). Pero, por otro lado, son tiempos en que el dinamismo, la creatividad y el empuje han de marcar el desarrollo y la expansión de los negocios. De esta forma, en nuestra opinión, el modelo de cooperación e intercambio de valor y experiencia entre profesionales puede y ha de ser el motor que permita incrementar los contratos y aumentar el negocio. Además, el uso de los nuevos modelos tecnológicos asegura un menor coste en los aspectos productivos y de marketing y difusión por lo que aumentamos la rentabilidad.

9. ¿Cabe la posibilidad que a largo plazo puedan entrar en la red de entreletrados.com usuarios extranjeros? 
Está entre nuestras expectativas que si el modelo funciona en España, podrá ser fácilmente traspasable y orientable a otros mercados, tanto en Europa, como en Latinoamérica. En su momento estableceremos la estrategia adecuada para que el éxito esté garantizado.

10. Muchas empresas utilizan las redes sociales y los medios de comunicación para darse a conocer y, a su vez, para analizar las necesidades que tienen sus propios clientes y los futuros. ¿Puede ser un canal efectivo para entreletrados.com?
Las redes sociales son uno de los ejes que en los nuevos modelos de relación entre las personas, en general, y entre los profesionales, en particular, se hacen imprescindibles para hacer llegar tu imagen, tu oferta y tus mensajes. El hecho de que sea un canal efectivo va a depender de disponer de una estrategia de información sistemática, de escucha activa de los posibles usuarios y de respuesta ágil y a tiempo a sus consideraciones. Es nuestra idea dedicar el tiempo suficiente a esta actividad para sacar el máximo rendimiento.
El sentido de la utilidad y de la alineación con los objetivos básicos de EntreLetrados debe diseñar la estrategia de dónde y cómo estar presentes en redes sociales. En este sentido ya se han iniciado los primeros pasos para proporcionar difusión e interrelación con usuarios a través de las redes más idóneas (Twitter, Linkedin, etc.).




lunes, 1 de julio de 2013

Emprender: al tran-tran

Emprender es iniciar o acometer algo que queremos hacer llegar a un buen fin. El espíritu emprendedor habitualmente es un espíritu (a veces un alma en pena) que cree tener claro el comienzo de una aventura y sueña con un desenlace a medio camino entre muy satisfactorio y altamente satisfactorio.
La verdad es que todo el complejo entramado que uno debe montar en su cabeza suele tener más tintes de ciencia-ficción y de adivinación que de precisa realidad. Los gurús no existen: existen los que creen que existen los gurús. Y estos son los que ocasionan que los irreales gurús den rienda suelta a su inefable: “Así será el futuro…”. Lo malo es que ante hechos consumados rápidamente interpretan su verdad y nos espeten: “Ya os lo dije…”.
Pisando con tiento
Ciertamente el futuro no es patrimonio de ningún adivinador. Y es por ello que cualquier actividad a emprender que en el plazo establecido incumpla mínimamente los objetivos deseados, tendrá con toda lógica consecuencias negativas en la realidad personal de cada uno. El temor al fracaso es lo que suele condicionar la forma de llevar a cabo una acción emprendedora. Y por tanto condiciona el nivel de confianza que hemos de tener para abordar tareas de elevada envergadura.
Pero también es cierto que desde que nacemos estamos constantemente emprendiendo, sin fijarnos demasiado en lo que el futuro nos va a deparar o fijándonos lo justo (mientras tenemos el respaldo de nuestros padres). Emprendemos cuando hemos de elegir nuestra materia de conocimiento (nuestra carrera), cuando hemos de compartir felicidad, hogar, hijos con quien no sabemos su comportamiento futuro, cuando hacemos nuestra selección de empresas para ejercitar nuestra labor profesional, cuando buscamos el lugar idóneo para residir. En todos estos casos, con mayor o menor relevancia, los planteamientos a la hora de tomar la decisión de ponerse en marcha son similares: ¿me equivocaré? ¿saldrá todo como pienso? ¿se cumplirán mis deseos personales? ¿me facilitarán los demás que se cumplan?
Con todos esos trascendentes interrogantes, esas corrosivas dudas, esos inevitables miedos hemos no obstante de seguir adelante y tomar decisiones vitales. La clave de la confianza está gestionar muy bien los riesgos y acometer las acciones con la cautela necesaria, estando en una constante toma de decisiones en función de cómo las circunstancias se van desarrollando, adaptando continuamente los objetivos de forma parcial, buscando los caminos más accesibles, teniendo la ambición justa para no caer al abismo.
Así pues, baraja las cartas, reparte, obsérvalas, inicia el juego y, como en el mus, vamos al tran-tran.


Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB





Foto cortesía de Freeimages

jueves, 6 de junio de 2013

Enredarse

Que la unión hace la fuerza ya lo sabemos todos. Que el afán colectivo supera grandes barreras es patente. Que compartir la adversidad y la fatiga siempre es más tolerable todos convenimos en su evidencia. Por eso, hablar en términos de novedoso, original y moderno del denominado networking no es muy acorde con la realidad.
El asociacionismo, las alianzas y las colaboraciones en el ámbito profesional y de negocio han sido en todos los tiempos un baluarte de la optimización de beneficios y esfuerzos. Siempre hemos buscado y rebuscado ese interés mutuo, esa unión de objetivos comunes, ese acuerdo de perspectivas provechosas.
Lo que quizá podamos referirnos como más novedoso o, si queremos decirlo así, más consecuente con los tiempos actuales de crisis y de recomposición de las formas de actuación profesional es la búsqueda de una colaboración más estrecha entre profesionales independientes. Como todos sabemos (por la prensa claro está) la economía del momento ha promovido y fomentado —aún a expensas del desacuerdo del profesional— que multitud de experimentados y avezados expertos de diferentes especialidades y materias hayan decidido, como autónomo o como microempresa, ejercitar su capacitación.


Independencia y eficacia: las claves


Es aquí donde hemos de interpretar la melodía de la unión, la armonía de la coalición, el ritmo de la alianza beneficiosa. Somos expertos, competentes e incluso ingeniosos, pero como entes aislados no llegaremos fácilmente a encontrar aquellos clientes que nos pueden necesitar. En cambio, mediante la colaboración mutua fusionamos capacidades, aumentamos nuestro horizonte de pesca, coordinamos acciones y conseguimos proyectos como si fuéramos una empresa de cierta envergadura.
El networking tecnológico facilita, al abrigo de nuestros puestos domésticos, el encuentro de profesionales afines, con objetivos similares, con ganas de mantener viva la llama del emprendimiento. Así pues, las redes específicamente profesionales en Internet, los eventos presenciales de networking directo, los auspiciadores (asociaciones, escuelas, etc.) del intercambio de experiencias conforman lo verdaderamente novedoso. Sin olvidar obviamente los contactos personales acumulados en tantos años de brega.
Enredarse es la palabra.


Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB






Foto propia

jueves, 16 de mayo de 2013

Del networking a la alianza estratégica


De todos es sabido que quienes han asistido a eventos o sesiones personales de networking (pagando incluso a cambio de consumición) se han encontrado con la misma situación: todos vendemos pero no hay nadie comprando. Así que, una vez visto el panorama, reconvertimos tales sesiones para hacer relaciones, contactos, amigos, contarnos nuestras cuitas y peripecias profesionales, lamentarnos y, en el mejor de los casos, buscar una colaboración más o menos sustanciosa, ya que estamos allí.
De esta situación se deduce que el enfoque del networking, en muchos de los casos, no parece correctamente direccionado.
Los que hemos optado por el llamado emprendimiento profesional (configurado en diferentes formatos: autónomos, freelancers, pequeñas sociedades; en muchos casos, un mero autoempleo) hacemos girar nuestra vocación de negocio alrededor de nuestra experiencia, nuestro conocimiento y nuestra especialización. Hasta aquí parece meridianamente claro.
Lo que ya no parece tan diáfano es la búsqueda, detección y encuentro de las oportunidades, o sea, de los clientes donde colocar nuestra oferta de productos o servicios. Es obvio, que nuestra mínima y habitualmente personal estructura organizativa no nos posibilita una capacidad comercial suficiente para encontrar las posibilidades de venta. Y por otro lado, las relaciones personales de conocidos tienen un límite. Es más, nuestro exiguo presupuesto en la mayoría de los casos no nos permite dedicarlo a marketing y publicidad o a participar en eventos o en ferias empresariales o a pagar a comerciales expertos y duchos que ejerzan con eficiencia las típicas labores de pre-venta: captación de clientes y cierres de contratos.

La red y el futuro

Es en este punto donde el concepto de networking, entendido como medio de contacto y relación entre seres profesionalmente semejantes (método actualmente rápido y ágil gracias a las redes sociales y virtuales de intercomunicación), adquiere una dimensión mayor, ha de llegar aún más lejos, ha de ser un punto de encuentro verdaderamente eficaz desde la perspectiva de negocio para poder “salir adelante”.
Sobre todo, y no hay que abundar demasiado en ello, en estos momentos frágiles y delicados que actualmente vivimos, donde la escasez de la demanda en casi todos los órdenes del mercado es espectacular y terrible.
Como digo, el networking ha de avanzar hacia la alianza estratégica, es decir, hacia una relación verdaderamente profesional y colaborativa sin perder la identidad de cada uno, hacia una cooperación en la que se marquen objetivos y resultados mutuos, hacia una estrategia de unión eficaz y proactiva. Concepto este de la alianza estratégica nada novedoso pero hasta ayer, como quien dice, exclusivo de las grandes compañías y corporaciones.
No sirven de nada ya los meros contactos reactivos. Esos de: “… ya si me entero de algo de lo tuyo, te lo comento”.
Los ejes en los que basar esta alianza estratégica entre networkers, en estos tiempos de demanda insuficiente y escondida, estriban en dos direcciones:
A)  Ampliación de la oferta, del portfolio, de la experiencia y la capacitación. Ambos aliados (evidentemente de similar y homogéneo discurso de negocio) pueden beneficiarse de compartir los productos o servicios del otro como si fueran suyos, aumentando de esta forma la posibilidad de llegar a un espectro más extenso de clientes que el propio; o bien, posibilitando la entrada de nuestro portfolio de forma más fácil en un cliente a través del portfolio del otro.
B)  Ampliación de la capacidad de detección de oportunidades de negocio, de encontrar demanda de nuestras especialidades y de nuestra oferta (conjunta, claro está). Sumando esfuerzos e ideas respecto al trabajo comercial, de difusión, de marketing, de comunicación, mediante estrategias comunes, los réditos serán mucho más altos a un coste probablemente mucho menor que si el esfuerzo se realiza por separado.

Evidentemente, la alianza estratégica no significa únicamente: “juntémonos y tiremos para adelante”. Han de ser consideradas unas premisas bajo las cuales enfocar con seriedad, compromiso y lealtad, esta relación profesional activa. Entre las condiciones que han de asegurarse se encuentran:
  • Voluntad de cooperación recíproca
  • Equilibrio del portfolio conjunto: complementariedad
  • Acuerdo de compensaciones mutuas bien calibrado y acorde con las expectativas y objetivos de cada parte
  • Confianza en que la estrategia va a funcionar


En definitiva, seamos prácticos, eficientes y abiertos. Busquemos alianzas y no meras relaciones en el networking. Dejemos de mirar nuestro ombligo y nuestras cuatro paredes. Seamos siameses y unamos fuerzas por un bien común. Las alianzas estratégicas pueden ser la salvación para muchos emprendedores solitarios.




Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB


Foto cortesía de Freephotos.biz


viernes, 3 de mayo de 2013

Enseñando a pescar


Previamente, en este mismo blog, comentaba sobre la apuesta por incorporar a las empresas de menor tamaño al mundo de la consultoría, adaptada desde luego en la medida justa y necesaria. Indicábamos igualmente que uno de pilares esenciales en los que estas empresas han de sustentar sus puntos de mejora e innovación consiste en posibilitar la adecuación tecnológica; pero haciendo hincapié en la adecuación de aquella tecnología que provea claros réditos y beneficios en su negocio específico.
El problema de muchas de estas empresas es que, o bien carecen de una estructura orgánica con la precisa competencia o sabiduría para adentrarse en tales retos tecnológicos, o bien, aún disponiendo de recursos internos con capacidad suficiente, les falta iniciativa, proactividad o tesón para poner en marcha proyectos que la mayoría de las veces son mucho más simples de lo que la dirección de la empresa supone.
Porque hay que decir en este punto, que la consultoría de alto standing, de altos vuelos, aquella que se presume dirigida solamente para grandes corporaciones no es obviamente la que necesitan empresas de una posición más específica, de una dimensión más acotada. Lo que estas compañías necesitan es una mano experta y nítida que las oriente en cómo poner la tecnología al servicio estricto de su negocio, de sus objetivos particulares (y muchas veces peculiares), de sus requerimientos rigurosos.
Y esta mano ha de ser capaz no sólo de poner en marcha esas adaptaciones de la técnica moderna en sus procesos, sino que ha de ser capaz y ha de comprometerse a orientar el camino a seguir, a impulsar a sus recursos internos a ser activos, a ayudar a perder los miedos por lo novedoso, a evitar, en definitiva, la dependencia externa.
Soledad en el mar tecnológico
La consultoría promovida en el ámbito de sociedades pequeñas, menos pequeñas y medianas no debe servir para generar desarrollos e implantaciones que creen dependencias de proveedores. No hay que diseñar, plantear e instalar la tecnología exclusivamente, sino que hay que facilitar la autogestión porque lo que suelen necesitar estas compañías son planteamientos normalmente muy sencillos (más de lo que ellas mismas suponen, como he dicho al principio). No hay que ofrecerles una abundante y fructífera pesca, sino que hay que enseñarles a  pescar, y el futuro será más controlable.


Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB





Foto cortesía de Freephotos

domingo, 14 de abril de 2013

Ni mucho, ni poco: lo justo


Cuando alguno de los componentes de InnoSIB, acogidos en el seno de importantes consultoras y multinacionales del sector tecnológico, formalizábamos ofertas y propuestas de colaboración siempre teníamos fijada en el fondo de nuestra mente una directriz: somos grandes y, por tanto, nuestros ofrecimientos han de ser de igual o mayor calado, si cabe. Y nuestra sabiduría, nuestra capacidad, nuestro profundo (a veces, demasiado profundo) conocimiento de las diferentes artes y técnicas del desarrollo de las empresas, necesariamente había de ser dirigido, desde luego, a grandes corporaciones que supieran apreciar nuestro valor (y lo pudieran pagar).
Cumbres a medida
Sólo los grandes clientes podían acometer los proyectos de la importancia y la trascendencia que se les planteaban, lógicamente. Sin olvidar que ellos mismos en clara reciprocidad así lo esperaban y lo demandaban.
De este modo, las consultorías, los diseños de sistemas, los asesoramientos y diagnósticos de las organizaciones y los planes estratégicos tecnológicos y no tecnológicos han acabado por ser patrimonio (en apariencia) de las compañías que superan un cierto nivel de tamaño (grande), que exponen un importante nivel de necesidades (normalmente menores que las planteadas en las ofertas) y, sobre todo, que manejan un elevado nivel de presupuesto. Muy apetecible (y necesario, claro está) para las grandes consultoras y multinacionales de servicios empresariales.
Pero como el presunto pastel presupuestario a repartir por esas grandes sociedades —referencia en sus sectores y con gran renombre— es cuantioso, los pequeños proveedores (consultoras desgajadas de las grandes, aventuras de algunos y otras iniciativas similares) también quieren participar de la tarta y tratan de arañar las migajas que los grandes dejan caer.
Sin embargo, hay miles —según algunos, millones— de empresas denominadas pequeñas, medianas y hasta microempresas que realmente necesitan aplicar en sus negocios muchos de aquellos conocimientos, experiencias y valores que ofrecíamos a las grandes. Eso sí: en su justa medida. Proyectos de adaptación tecnológica, de estudios de organización y estrategia, de mejora y eficiencia, de calidad en los procesos, de cambio y transformación, de comunicación e imagen, de innovación incluso, pueden y deben ser amoldados a la medida de una empresa de cualquier tamaño y estructura.
Si somos capaces (y en ello creemos los que hemos bregado durante casi tres décadas en grandes firmas consultoras) de proponer ese conocimiento y saber a la medida de cada compañía, estas empresas no grandes dejarán por fin de pensar que muchos de esos proyectos no son para ellas. La clave está en definir correctamente la necesidad y la demanda en alcance, en objetivos y en coste acorde con la estructura de la empresa. No ha de ser ni mucho ni poco, simplemente lo preciso, lo justo.

Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB



Foto cortesía de PDPhoto


jueves, 21 de marzo de 2013

Una hora son sesenta minutos


¿Qué significa derecho al trabajo? El derecho de toda persona a acceder a un puesto de trabajo es como suele entenderse habitualmente este derecho fundamental y social. Además se deben añadir adjetivos como igual de oportunidades, sin discriminaciones, en condiciones morales mínimas y algunos otros de similar calado. Es cierto. Bueno, no exactamente. Los derechos fundamentales (aquellos que presuntamente han de garantizarse de forma obligatoria) suelen caer rápidamente en contradicciones muy propias de una sociedad a la que le cuesta enmarcar adecuadamente estos conceptos básicos y vitales.
La medida de la experiencia
En realidad, el derecho al trabajo es más bien un medio para acceder a otros derechos de mayor significación: aquellos relativos a cubrir nuestras necesidades, digámoslo así en general. Necesidad de comer, de vestir, de alojarse, de aprender y, por qué no, de entretenerse, de viajar, de rodearse de pequeños (o grandes) lujos. La necesidad es un concepto altamente relativo en la época que nos ha tocado vivir.
En la mayoría de los casos, tanto para cubrir necesidades elementales como para cubrir “necesidades” de mayor calibre, el trabajo es un medio y un camino para lograr los ingresos precisos para comprar esas exigencias. No obstante, hay colectivos que lo ven de otro modo: los llamados vocacionales. Artistas, científicos, médicos, periodistas piensan que su trabajo es una necesidad en sí misma y viven apasionadamente su dedicación diaria sin pensar (eso dicen) en los ingresos que les reporta.
Pero lo que se está dejando de lado en nuestra avanzada sociedad respecto al tema del trabajo (no sé si es un derecho, una obligación o algo que no se puede en realidad catalogar) es el derecho a la organización del trabajo. Y en este sentido no sólo me estoy refiriendo a que una empresa esté adecuadamente estructurada basándose en una racional división de las funciones, diferenciando e integrando correctamente a sus componentes individuales o colectivos, todo ello de acuerdo a unos principios estratégicos o valores de grupo definidos por una jerarquía. Me estoy refiriendo también a una organización de las trayectorias profesionales y laborales a lo largo y ancho de una carrera (a veces en su sentido de galopada en vez del de recorrido) discurriendo por diferentes empresas, proyectos y entidades varias.
Sí, estoy refiriéndome al derecho de que la vida laboral se organice en: primero aprendo, después comienzo a aplicar mis conocimientos (la estructura me arropa para ser productivo poco a poco), luego voy escogiendo oportunidades de responsabilidad (al abrigo de los mayores), se sigue con el aumento de la capacidad de producir de manera más consistente (el conocimiento se incrementa a la par), hasta llegar a la madurez profesional que tanto en puestos de alta jerarquía como en ubicaciones especializadas mantienen y hacen crecer el ciclo vital de la organización basada en las trayectorias profesionales y laborales. Finalmente, la llamada jubilación debería ser el broche de oro para cualquier carrera (veloz o lenta) consagrada en cualquier organización, sea como promotor de negocios, como productor de actividad, como aprendiz de méritos.
No demos la vuelta al transcurso esencial del ciclo de madurez haciendo que los inexpertos se conviertan antes de tiempo en expertos. La experiencia se adquiere con el tiempo, y las horas han de medir siempre sesenta minutos.

Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB



Foto cortesía de Imagebase

lunes, 4 de marzo de 2013

Innovación: imaginación y realidad


Mi abuelo decía que cuando algo funciona lo mejor es mantenerlo tal y como está. Mi abuelo tenía razón en muchas cosas (bueno, yo siempre lo he creído así) y en esto por supuesto que también creo que estaba en lo cierto. No obstante, vistas las cosas desde una perspectiva industrial o mercantil, una máquina o un utensilio decimos que funcionan cuando mantienen un grado suficiente de productividad, cuando nos da los rendimientos que le pedimos, cuando cumple sin mayores problemas con las expectativas creadas.
A pesar de ello, cuando analizamos con cierto detenimiento (y no siempre lo hacemos cuando las cosas funcionan presuntamente bien) la situación de la empresa respecto a nuestro mercado, nuestra competencia o simplemente, a veces, respecto a la economía general, podemos llegar a observar que siendo buenos los números, las tendencias no son favorables. Esto puede notarse porque se crece pero relativamente más despacio que otros; se mantiene una buena cartera de clientes muy fiel, pero apenas surge cartera nueva; se empieza a aparecer en las zonas medias de los rankings sectoriales cuando nuestra empresa siempre había estado con los de cabeza.
¿Qué está ocurriendo? ¿Se están haciendo mal las cosas? Mal no, pero evidentemente hay que mejorar si se quiere asegurar el nivel de empresa que se desea.
Intuición y análisis
Es en este punto donde la palabra innovación empieza a escucharse y en cierto modo, a cobrar sentido. Y el sentido que nos interesa dar al término no es el que primero nos viene a la cabeza: invento, descubrimiento, creación, revolución incluso. No, no es ese el sentido que debemos otorgar al concepto innovación.
La Real Academia de la Lengua Española (por el momento quien define oficialmente los usos y costumbres del lenguaje) determina para el vocablo “innovar” la acepción: “cambiar o alterar algo, introduciendo novedades”. Y yo añado: para mejorar y, más en concreto, para mejorar en aquellos aspectos que nos interese mejorar.
La invención busca hallar o descubrir algo nuevo. La innovación busca cambiar para mejorar. No tiene por qué ser nuevo. Es más: en la mayor parte de los casos la innovación consistirá en utilizar lo que ya está inventado.
Así pues, llevemos el término innovación al lugar que le corresponde en cualquier empresa (sea del tamaño y dimensión que sea). Al lugar del cambio, de la transformación y de la adaptación. Al lugar de la imaginación aplicada a la realidad, a la efectividad. Al lugar donde se utilicen con soltura palabras como modernizar, enriquecer, adecuar, reaccionar.
Mi abuelo tenía razón: si algo funciona consérvalo; pero si quieres que además mantenga el nivel: renuévalo, sin perder su esencia. Sólo el hecho de querer mejorar ya es innovación.


Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB


Foto cortesía de PDPhoto

jueves, 14 de febrero de 2013

El valor de la experiencia


Dicen que un jugador de cartas adquiere la famosa “cara de póquer” a medida que va jugando más y más partidas a lo largo de su vida. Cuantas más partidas de naipes juegue (siempre que sea un juego en el que haya que ocultar la mano que se tiene entre manos, valga la redundancia) mejor aprende a ser inexpresivo, impasible en el gesto, impertérrito en la mirada. Con el tiempo el jugador modela esa cara gélida, ese rostro sin pulso, con tal de no ofrecer el menor atisbo de información sobre su estrategia.
El rostro, en efecto, es la parte más visible de nuestra expresión, pero cuando, después de disputadas muchas partidas —ganadas unas, perdidas otras—, uno maneja con soltura esa “cara de póquer” observa lo difícil que es jugar contra adversarios de similar veteranía. Sin embargo, llega un momento en que se da cuenta de que otros elementos del cuerpo delatan al contrario de forma inconsciente su táctica y sus pensamientos: léase el caso de las manos y de los dedos de las manos. Mientras todo el mundo piensa que la cara es el reflejo del alma (de la jugada, en este caso), es entonces cuando hay que fijarse en esa sutil presión en la esquina de un naipe, en ese tamborileo despistado, en esa palma contra la mesa porque aportan en gran medida la información precisa para desmantelar la ambición del contrincante.
El reflejo del entusiasmo
Del mismo modo, la experiencia profesional (definida como continua adquisición de conocimiento aplicándolo a multitud de situaciones reales), conforme se va acumulando, va traduciéndose en rendimiento, en utilidad, en convergencia, en movimiento hacia adelante. En resumidas cuentas: en eficacia. La diferencia entre el jugador experimentado y el jugador experto radica precisamente en ser eficaz, en orientar sus métodos de resolución de un problema hacia el camino más práctico.
La tan mareante crisis (iniciada oficialmente hace ya... mucho) está provocando que un aluvión de expertos en diversas áreas de la economía y la industria naveguen libres después de verse instados a abandonar esas empresas que no han podido lidiar con los malos tiempos por no haber sabido manejar los buenos tiempos.
Y muchos de estos profesionales de largas trayectorias (por encima de los veinticinco años en muchos casos) no sólo aportan el valor de la experiencia en cualquiera de los ámbitos y actividades del negocio sino que añaden a ese valor el arte de la eficacia. ¿Cómo? No malgastando energías en averiguar lo que nos dice un semblante frío que se esfuerza en ocultarnos la verdad; más bien ocupándose de dirigir los pasos hacia esos otros lugares que nos hagan más fácil cumplir los objetivos.
La iniciativa InnoSIB pretende ofrecer a las empresas la experiencia de unos profesionales que en el transcurso de sus dilatadas carreras han conseguido hacer de la eficacia una destreza, una disposición y hasta, por qué no, una actitud.


Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB



Fotografía cortesía Imagebase

lunes, 28 de enero de 2013

La innovación aplicada es el remedio para los malos tiempos



Artículo extraído de Blog Ana Hernandez Serena, Historias de Emprendedores
Ana Hernández Serena

Es la hora de la innovación
Hay muy pocos clientes que me pidan que les ayude con sus procesos de innovación, la mayor parte de ellos me cuentan que las cosas no van del todo bien y que son conscientes de que tendrían que darle una vuelta más al negocio. No tienen claro que es lo que necesitan cambiar, pero detectan que hay que hacer algo y ese algo, es un proceso de innovación.
En estos casos, lo primero que hacemos es analizar el modelo de negocio partiendo de cuáles son las actividades clave de la empresa y los recursos con los que cuenta para detectar dónde se pueden implementar cambios:
  • En la oferta (simplificándola, desarrollándola con servicios adicionales, combinándola, ofreciendo packs, especializándome, etc.)
  • En los clientes (dirigiéndolo a otros segmentos relacionados o no con los actuales)
  • En la relación que tenemos con nuestros clientes (desarrollando experiencias, personalizando o siendo más impersonales,
  • En la forma de comunicarnos (mejorando nuestra imagen, explicando todos los servicios que hacemos
  • En el proceso (analizando cómo lo hacemos y porqué para ver otras formas distintas de hacerlo, desde la compra de materias primas hasta la logística)
  • En los colaboradores (analizando posibilidades de desarrollar nuestro negocio apoyados en otros aliados)
  • En los ingresos (analizando nuevas formas de obtener ingresos)
  • En los costes (identificando los gastos “prescindibles”)

Para conseguir resultados innovadores en este proceso trabajamos con herramientas de creatividad y sorprende ver cómo disfrutan en el proceso. 
Una vez realizado este análisis del modelo de negocio, pasamos a analizar el mercado y la competencia “hay que estar a la última”:
  • Nuevas tendencias
  • Nuevos nichos de mercado
  • Nuevos productos y servicios
  • Aplicación de nuevas tecnologías
  • Vigilancia de la competencia (de esos competidores que te pueden pisar a un cliente pero también de uno o dos que te gusta cómo trabajan y los tienes como referencia).

Y cuando tenemos todos estos datos cerramos el proceso escuchando al cliente tipo de la empresa . No son momentos sencillos tampoco para los clientes y por ello vale la pena dedicarles una reflexión para conocer lo que dicen, pero también lo que piensan, lo que ven y lo que escuchan. Si somos capaces de conocer las fortalezas de nuestros clientes y los desafíos a los que se enfrentan, seremos capaces de ofrecerles una oferta adecuada a sus necesidades y que supere sus expectativas, si ya somos capaces de emocionarles y sorprenderles, dejaran de ser sólo clientes y se convertirán en prescriptores.
Pero lo que siempre les digo a los clientes es que en este proceso de innovación no hay que perder la esencia ni la pasión que llevo a crear la empresa porque sin esencia y sin pasión es muy difícil construir una oferta de éxito.


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Foto cortesía : Freeimages

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