martes, 17 de septiembre de 2013

Hacia el cambio y más allá

Mi abuelo decía que cuando algo funciona lo mejor es mantenerlo tal y como está. Mi abuelo tenía razón en muchas cosas (bueno, yo siempre lo he creído así) y en esto por supuesto que también creo que estaba en lo cierto. No obstante, vistas las cosas desde una perspectiva profesional, empresarial, mercantil —o como queramos denominarla—, una máquina o un utensilio, un servicio o un proceso, decimos que funcionan cuando mantienen un grado suficiente de productividad, cuando nos da los rendimientos que le pedimos, cuando cumple sin mayores problemas con las expectativas creadas.
A pesar de ello, cuando analizamos con cierto detenimiento (y no siempre lo hacemos cuando las cosas funcionan presuntamente bien) la situación de la empresa respecto a nuestro mercado, nuestra competencia o simplemente, a veces, respecto a la economía general, podemos llegar a observar que siendo buenos los números, resulta que las tendencias no son favorables. Esto puede notarse porque se crece pero más despacio que otros; se mantiene una buena cartera de clientes muy fieles, pero apenas surge cartera nueva; se empieza a aparecer en las zonas medias de los rankings sectoriales cuando nuestra empresa siempre había estado con los de cabeza.
¿Qué está ocurriendo? ¿Se están haciendo mal las cosas? Mal aparentemente no, pero es evidente que tendremos que mejorar si se quiere asegurar el nivel deseado para la empresa, no sólo en el presente, si no donde verdaderamente nos ha de interesar: en el futuro.

Solo un foco: hacia adelante

En este punto es donde una palabra como innovación empieza a escucharse y en cierto modo, a cobrar sentido. Y el sentido que nos interesa dar al término no es el que con toda probabilidad primero nos viene a la cabeza: invento, descubrimiento, creación, revolución incluso. No, no es ese el sentido que debemos otorgar al concepto innovación.
La Real Academia de la Lengua Española (por el momento quien define oficialmente los usos y costumbres del lenguaje) determina para el vocablo “innovar” la acepción: “cambiar o alterar algo, introduciendo novedades”. Y yo añado: para mejorar y, más en concreto, para mejorar en aquellos aspectos que nos interese mejorar.
La invención busca hallar o descubrir algo nuevo. La innovación busca cambiar para mejorar. No tiene por qué ser nuevo. Es más: en la mayor parte de los casos la innovación consistirá en utilizar lo que ya está inventado, pero utilizarlo mejor de lo que se estaba usando hasta ese momento en que nos planteamos hacer algo porque hemos detectado problemas o dificultades.
Por otro lado, empezamos a tener la archipresente palabra crisis adentrada en todo nuestro ser y sus circunstancias de una manera apabullante, abrumadora, yo diría incluso, asfixiante. Forma parte ya de una manera absurdamente natural de nuestras conversaciones, de nuestros actos, de nuestros pensamientos, incluso de nuestras excusas, que es peor.
¿Y entonces qué? ¿Qué toca ahora?
Pues ahora toca no abandonar, toca pensar, toca actuar, toca alimentar pequeñas esperanzas por alejadas que parezcan de nuestras propias capacidades. Y, aunque asociemos en primera instancia crisis con desastre, ya sabemos que crisis es cambio, transformación, metamorfosis. Porque crisis es etimológicamente (en griego) separar, decidir, reequilibrar. Además, existe idéntica raíz en palabras como: criterio (discernimiento, juicio, norma para conocer la verdad), crítica (separar lo bueno de lo malo), criba (selección rigurosa), crispar (causar contracción repentina y pasajera). Es decir, toca decidir, toca aportar, toca enjuiciar, toca reequilibrar. Toca proclamar cuan de interesante es aunar el pasado con el futuro, mezclar el bagaje de tantas vicisitudes previas con las fuerzas y las ganas de mejorar y perfeccionar, tanta acumulación de información de tantos años con tantas posibilidades de utilizarla en las nuevas mecánicas; en definitiva, aunar, combinar, armonizar, acoplar la experiencia (X) con la innovación (I) en una nueva fórmula (X+I) que ha de permitir a las empresas, a la política, a la sociedad y, por tanto, a las personas, a juntar lo bueno que tenemos con lo mejor que podemos tener.
Decía H.G. Wells, ya saben el de La Guerra de los Mundos y La Máquina del Tiempo, que: “La crisis de hoy es el chiste de mañana”. Y esto se cumplirá porque la transformación y el cambio pasan por las personas, por su voluntad de mejorar, por su decisión, por su ilusión, por su pasión, por creer que cuanto se haga por ser más eficiente va a llegar a buen fin.
Y además, preparemos nuestro plan de acción, pongámoslo en marcha y, sobre todo, cuidemos de mantenerlo, de procurar su permanencia en el tiempo, y de entrenar nuestra vocación por la mejora continua.


Así pues, llevemos el término innovación al lugar que le corresponde en cualquier empresa (sea del tamaño y dimensión que sea). Al lugar del cambio, de la transformación y de la adaptación. Al lugar de la imaginación aplicada a la realidad, a la efectividad. Al lugar donde se utilicen con soltura palabras como modernizar, enriquecer, adecuar, reaccionar.
Mi abuelo tenía razón: si algo funciona consérvalo; pero si quieres que además mantenga el nivel: renuévalo, sin perder su esencia. Sólo el hecho de querer mejorar ya es innovación.


Ángel Luis Herrero y Jaime Renovell
Socios Consultores en InnoSIB
Expertos en Transformación y Planes de Mejora y Eficiencia


Próximas ponencias de InnoSIB Consultores sobre “El cambio para la mejora en los negocios”:

Miércoles, 25 de Septiembre, a las 12,30h, en Centro de Innovación La Vaguada, del Ayuntamiento de Madrid
http://www.lacatedralonline.es/centros-de-innovacion/centro-de-innovacion/21/eventos/11711



Martes, 2 de Octubre, a las 10,00h, en Cámara de Comercio de Toledo, Vivero de Empresas




Licencia de Creative Commons
Las ideas de InnoSIB by InnoSIB is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported License