Hace
años, cuando se empezaban a valorar las posibilidades de Internet para hacer
negocios, para conseguir contactos o para detectar oportunidades, emergieron modelos
de plataformas que pretendían facilitar a los intervinientes sus operaciones
comerciales.
De
esta forma, nacieron plataformas B2C (Business to Consumer) donde las empresas ofrecen
a los clientes particulares sus productos o sus servicios a modo de tiendas
virtuales online.
También
se empezaron a barajar plataformas B2B (Business to Business) para
interconectar empresas clientes con empresas proveedoras de productos,
servicios o materias primas. A través de estas plataformas se plantean
necesidades, se localizan soluciones, se cierran los precios y se ejecutan las
transacciones.
Incluso,
se han promovido plataformas C2C (Consumer to Consumer) para el mercado entre
particulares con artículos usados o de segunda mano, o simplemente, intercambio
de habilidades y servicios para cubrir necesidades individuales.
La
Red (en mayúsculas) facilita el conocimiento y la información, abarata la
promoción y la acción comercial y, por tanto, aumenta las rentabilidades de las
operaciones mercantiles a cualquier nivel y alcance. Bien es cierto, que se
podría catalogar como cierta desventaja que se deja de lado el contacto físico
y presencial, muy conveniente tantas veces para que las propuestas comerciales
sean fiables, honestas y generen fidelidad. Pero todo no se puede tener al
mismo tiempo. Hay que conseguir lidiarlo. Ya se sabe: las buenas estrategias
son las que procuran equilibrar las ventajas con las desventajas de tal forma
que el resultado final sea el más óptimo.
Los
siguientes pasos en el uso de la Red para la colaboración humana se enmarcan en
las denominadas redes sociales para la interrelación individual donde se
sobrepasa el ámbito de actuación meramente comercial para promover la pura
relación entre personas mediante el intercambio de la información que desean
(sin mediar necesariamente ningún tipo de finalidad mercantil).
Remando hacia el futuro |
Pasándonos
al plano profesional, se constituyen redes de intercambio informativo entre
profesionales (para conseguir contactos, para mejoras laborales, para recíprocas
transferencias de conocimiento y muchas otras posibilidades). En este caso
estamos hablando del denominado networking o redes profesionales.
Finalmente,
el siguiente camino en desarrollo es el networking entre empresas,
fundamentalmente entre empresas de dimensiones pequeñas, no demasiado grandes
(aunque nunca hay que descartar nada en Internet). La unión hace la fuerza,
dice el refrán, y en el caso de los negocios, a veces pensamos más en términos
de competencia que en términos de colaboración, cuando lo que realmente nos es
vital en muchos casos, por no decir casi siempre (sobre todo si somos pequeños),
es buscar alianzas. Alianzas que nos han de permitir complementar nuestros
servicios o productos dándoles más valor, acceder con más facilidad y
posibilidades a segmentos de mercado inaccesibles en solitario, aumentar
nuestras capacidades cuando tenemos carencias en ciertos aspectos de nuestra
organización, conocer otras alternativas y otros métodos de abaratar costes, de
optimizar gastos. En definitiva, un sinfín de conocimiento que por nuestra
cuenta y de forma aislada no podemos ni imaginar.
El
networking entre empresas va a ser en los próximos años (y más con estos
caudales de crisis que corren por nuestras venas) una necesidad imperiosa para
empresas pequeñas, un requisito imprescindible para salir adelante, para
desarrollarse e incluso, en algunos casos, simplemente para sobrevivir hasta
que los tiempos mejoren. Eso sí, las redes fiables se basan en un verdadero
intercambio. Para recibir hay que dar también. El beneficio mutuo es lo
importante. La fuerza de la unión reside en la reciprocidad de sus componentes.
Ángel Luis Herrero
Socio Consultor
en InnoSIB
Foto cortesía de Freephotos biz