Corren
tiempos en los que la inercia se ha perdido. Hace años las cosas iban casi
solas, simplemente había que soplar un poco el velamen para que se mantuviera
una buena velocidad de crucero. Eso sí, en algún momento de la apacible
travesía a toda vela, empezó a dejarse de lado el control del rumbo. Nadie se
ocupó de mantenerlo en la dirección correcta y el barco comenzó a ir a la
deriva mientras la tripulación festejaba quien sabe qué en amenos y folclóricos
guateques.
Ahora,
como digo, la inercia es escasa o nula. Y se hace preciso arremangarse y
empujar. El viento ya no es ni ligero. En términos profesionales o
empresariales, todo el mundo está de acuerdo en que el emprendimiento, la
iniciativa de poner en marcha proyectos, la necesidad del autoempleo incluso, todo
ello ha de ser puesto en valor y ayudado a desarrollarse.
Perdiendo inercia |
Pero
algunos nos hemos dado cuenta de que a estas alturas de la crisis —la condenada
crisis— no sirve sólo (aunque por algo se empieza) aventurarse en andanzas
profesionales que propongan ideas de negocio harto conocidas, corrientes,
frecuentes, sabidas o re-sabidas. Se hace preciso aportar aire más fresco,
novedades en las proposiciones, dirigirse hacia segmentos (de negocio, de
mercados, de métodos) no tocados o, presuntamente, poco rentables. Cuando el
viento sopla a favor, todas las embarcaciones ponen rumbo hacia los mismos
lugares: hacia el recurso fácil o el rendimiento inmediato.
Es
aquí donde aparece otro de los elementos clave en el apuntalamiento de las
apuestas por un negocio a largo plazo: la innovación. Una innovación basada en
afrontar los retos con diferencias con el pasado en primer lugar. Innovación en
los modelos de actuación y formas de acercarse a los clientes, en los productos
y servicios ofrecidos o patrocinados, en los nichos de mercados que fueron
relegados al ostracismo en muchos casos por ser rentables sólo a largo plazo.
La
conjunción, por tanto, de ambos conceptos, emprendimiento e innovación, han de
formar parte de un preparado personalizado y adaptable a necesidades reales y
con visión de actuar durante largos periodos de tiempo para conseguir
resultados sólidos.
La
suma de ambos componentes nos ha de producir la E+I como nueva fórmula
magistral (que diría un boticario) que permita proponer al engranaje
empresarial y profesional medios de afrontar el futuro cercano con cierta
confianza y perspectiva.
Ángel Luis Herrero
Socio Consultor
en InnoSIB
Foto
cortesía de Freephotos.biz
Si juntamos un emprendedor con una idea innovadora lo mismo surge el bombazo que un muerto de hambre mas.
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