Dice
el refrán: tanto sabes, tanto vales. Es difícil de entender que una empresa no
sepa lo que vale. O lo que sería lo mismo siguiendo la estela del refrán: que
la empresa no sepa lo que sabe. Valga el juego de palabras para introducir lo
que es el valor de la información dentro de la estrategia de una organización.
Las
organizaciones, en sus quehaceres cotidianos, generan de una manera constante y
sistemática cantidades ingentes de documentación: desde los sistemas centrales,
desde los puestos de cada empleado, desde los proveedores, desde los clientes,
desde los organismos públicos de obligada relación. La información además es
susceptible (en los tiempos que corren) de ser presentada en muy diferentes y
heterogéneos formatos tanto digitales como los aun imprescindibles en papel.
De la información al conocimiento |
Pero
en un sistema manual y arcaico de almacenamiento de la información la
localización de lo necesario en el momento preciso se vuelve una tarea ardua y
frecuentemente nefasta. No tenemos tiempo de buscar lo que necesitamos, no
sabemos dónde está o quién lo tiene, ni siquiera estamos seguros de que exista.
Y en muchos casos la carencia de una determinada información o de que alguien,
interno o externo a la organización, disponga de esa información a tiempo puede
ser causa directa de pérdidas en productividad, en ventas, por costes
indeseados.
De
todo lo anterior deducimos con rapidez que gestionar el activo de la
información o lo que es lo mismo el conocimiento de la compañía es, en estos
nuevos tiempos de alta competitividad, una necesidad estratégica: necesidad de
disponer, a tiempo y en forma, de la información adecuada para el propósito
trazado en un momento determinado para una actividad concreta.
Sin
embargo, los tiempos tecnológicos progresan adecuadamente.
¿Qué
pasaría si nuestra organización estuviera basada en un entorno tecnológico que
permitiera a los empleados de cualquier nivel:
- enriquecer su conocimiento al disponer de la documentación adecuada a sus intereses profesionales en todo momento y ágilmente,
- fomentar la colaboración de los equipos, el aprendizaje rápido y la reutilización de conocimientos y experiencias,
- presentar a tiempo sus trabajos adecuándose perfectamente a las expectativas de sus objetivos,
- optimizar sus procesos productivos, adaptándose con celeridad a los cambios gracias a disponer de la necesaria información en todo instante?
La
respuesta es sencilla: la compañía mejoraría sus rendimientos en forma de
prácticas compartidas, aumentaría su eficiencia en los costes, mejoraría las
relaciones con clientes y proveedores, los ciclos de venta y puesta del
producto en el mercado se acortarían y, en definitiva, la toma de decisiones de
negocio sería ágil y con altas dosis de garantía.
Concluyendo,
volvamos la vista sin miedo hacia la ayuda de una herramienta tecnológica
moderna que nos almacene, nos clasifique, nos localice, nos comparta, nos
asegure la disponibilidad, nos avise de cambios y nos integre en nuestros
procesos toda la información útil de la empresa y nos servirá para mirar al
futuro inmediato con perspectiva optimista y valiente.
Convertir
la información en el más valioso capital intelectual de la compañía es, en los
días actuales, no sólo una necesidad sino seguramente una obligación para
cualquier empresa grande o pequeña que desee apostar con solvencia en el
inminente inicio de un nuevo ciclo económico que está a la vuelta de la
esquina.
Ángel Luis Herrero
Socio Consultor
en InnoSIB
Foto cortesía de Freephotos.biz
No hay comentarios:
Publicar un comentario