miércoles, 7 de marzo de 2012

Tanto sabes, tanto vales


Dice el refrán: tanto sabes, tanto vales. Es difícil de entender que una empresa no sepa lo que vale. O lo que sería lo mismo siguiendo la estela del refrán: que la empresa no sepa lo que sabe. Valga el juego de palabras para introducir lo que es el valor de la información dentro de la estrategia de una organización.
Las organizaciones, en sus quehaceres cotidianos, generan de una manera constante y sistemática cantidades ingentes de documentación: desde los sistemas centrales, desde los puestos de cada empleado, desde los proveedores, desde los clientes, desde los organismos públicos de obligada relación. La información además es susceptible (en los tiempos que corren) de ser presentada en muy diferentes y heterogéneos formatos tanto digitales como los aun imprescindibles en papel.
De la información al conocimiento
Pero en un sistema manual y arcaico de almacenamiento de la información la localización de lo necesario en el momento preciso se vuelve una tarea ardua y frecuentemente nefasta. No tenemos tiempo de buscar lo que necesitamos, no sabemos dónde está o quién lo tiene, ni siquiera estamos seguros de que exista. Y en muchos casos la carencia de una determinada información o de que alguien, interno o externo a la organización, disponga de esa información a tiempo puede ser causa directa de pérdidas en productividad, en ventas, por costes indeseados.
De todo lo anterior deducimos con rapidez que gestionar el activo de la información o lo que es lo mismo el conocimiento de la compañía es, en estos nuevos tiempos de alta competitividad, una necesidad estratégica: necesidad de disponer, a tiempo y en forma, de la información adecuada para el propósito trazado en un momento determinado para una actividad concreta.
Sin embargo, los tiempos tecnológicos progresan adecuadamente.
¿Qué pasaría si nuestra organización estuviera basada en un entorno tecnológico que permitiera a los empleados de cualquier nivel:
  • enriquecer su conocimiento al disponer de la documentación adecuada a sus intereses profesionales en todo momento y ágilmente,
  • fomentar la colaboración de los equipos, el aprendizaje rápido y la reutilización de conocimientos y experiencias,
  • presentar a tiempo sus trabajos adecuándose perfectamente a las expectativas de sus objetivos,
  • optimizar sus procesos productivos, adaptándose con celeridad a los cambios gracias a disponer de la necesaria información en todo instante?

La respuesta es sencilla: la compañía mejoraría sus rendimientos en forma de prácticas compartidas, aumentaría su eficiencia en los costes, mejoraría las relaciones con clientes y proveedores, los ciclos de venta y puesta del producto en el mercado se acortarían y, en definitiva, la toma de decisiones de negocio sería ágil y con altas dosis de garantía.
Concluyendo, volvamos la vista sin miedo hacia la ayuda de una herramienta tecnológica moderna que nos almacene, nos clasifique, nos localice, nos comparta, nos asegure la disponibilidad, nos avise de cambios y nos integre en nuestros procesos toda la información útil de la empresa y nos servirá para mirar al futuro inmediato con perspectiva optimista y valiente.
Convertir la información en el más valioso capital intelectual de la compañía es, en los días actuales, no sólo una necesidad sino seguramente una obligación para cualquier empresa grande o pequeña que desee apostar con solvencia en el inminente inicio de un nuevo ciclo económico que está a la vuelta de la esquina.



Ángel Luis Herrero
Socio Consultor en InnoSIB

Foto cortesía de Freephotos.biz




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