Mi abuelo decía que cuando algo funciona lo mejor es mantenerlo tal y como está. Mi abuelo tenía razón en muchas cosas (bueno, yo siempre lo he creído así) y en esto por supuesto que también creo que estaba en lo cierto. No obstante, vistas las cosas desde una perspectiva industrial o mercantil, una máquina o un utensilio decimos que funcionan cuando mantienen un grado suficiente de productividad, cuando nos da los rendimientos que le pedimos, cuando cumple sin mayores problemas con las expectativas creadas.
A pesar de ello, cuando analizamos con cierto detenimiento (y no siempre lo hacemos cuando las cosas funcionan presuntamente bien) la situación de la empresa respecto a nuestro mercado, nuestra competencia o simplemente, a veces, respecto a la economía general, podemos llegar a observar que siendo buenos los números, las tendencias no son favorables. Esto puede notarse porque se crece pero relativamente más despacio que otros; se mantiene una buena cartera de clientes muy fiel, pero apenas surge cartera nueva; se empieza a aparecer en las zonas medias de los rankings sectoriales cuando nuestra empresa siempre había estado con los de cabeza.
¿Qué está ocurriendo? ¿Se están haciendo mal las cosas? Mal no, pero evidentemente hay que mejorar si se quiere asegurar el nivel de empresa que se desea.
Intuición y análisis |
La Real Academia de la Lengua Española (por el momento quien define oficialmente los usos y costumbres del lenguaje) determina para el vocablo “innovar” la acepción: “cambiar o alterar algo, introduciendo novedades”. Y yo añado: para mejorar y, más en concreto, para mejorar en aquellos aspectos que nos interese mejorar.
La invención busca hallar o descubrir algo nuevo. La innovación busca cambiar para mejorar. No tiene por qué ser nuevo. Es más: en la mayor parte de los casos la innovación consistirá en utilizar lo que ya está inventado.
Así pues, llevemos el término innovación al lugar que le corresponde en cualquier empresa (sea del tamaño y dimensión que sea). Al lugar del cambio, de la transformación y de la adaptación. Al lugar de la imaginación aplicada a la realidad, a la efectividad. Al lugar donde se utilicen con soltura palabras como modernizar, enriquecer, adecuar, reaccionar.
Mi abuelo tenía razón: si algo funciona consérvalo; pero si quieres que además mantenga el nivel: renuévalo, sin perder su esencia. Sólo el hecho de querer mejorar ya es innovación.
Foto cortesía de PDPhoto
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